Así se llamaba un negocio familiar fraguado en el
barrio del porvenir en los albores de 1920. Cuando la familia Díaz Velázquez dedicada
a la confección y bordado de ajuares de boda y canastillas procedente de Jerez,
se trasladan a Sevilla para darle una mayor expansión al negocio y tras establecerse en diferentes puntos del centro
de Sevilla, deciden asentarse en una casa en las inmediaciones de la calle
Brasil con Río de la Plata, era una casa de nueva planta, unifamiliar y en un
barrio nuevo en la ciudad donde existía una Burguesía alta. La planta baja se
destinó por completo al negocio (sala de ventas, taller, planchador, y almacén)
y en la planta alta y segunda era para
la familia.
Casa La Francesa era un negocio totalmente familiar dirigido
por Isabel Velázquez Neupaver, la
matriarca de la familia y su marido José María Díaz Fernández, quien se encargó de llevar las facturas, realizar
los pedidos y tratar con los clientes del negocio. Años posteriores se fueron
incorporando las hijas del matrimonio (María Pepa, Isabel y Rosario). El matrimonio era un tándem perfecto sabían lo
que querían y como llevarlo a cabo. Destaca la labor social desarrollada por
Isabel con sus trabajadoras en caso de enfermedad, pagándoles el jornal diario,
dándole medio litro de leche e incluso,
si empeoraban eran atendidas por las Hermanas de la Cruz.
las hermanas Rosario, Mari Pepa y Isabel Díaz Velázquez |
Hacia 1929, el taller de encajes y bordados La
Francesa empezó a despuntar e incluso se dieron a conocer más durante la Exposición
Iberoamericana de 1929 mediante concursos y diversas exposiciones celebradas
con motivo de la Exposición Iberoamericana. Sin embargo, durante la guerra
civil, el negocio decayó debido a los pocos encargos y ventas, lo que produjo superávit
de stock. Ya en la década de los 40, debido al fallecimiento de los
progenitores, las hermanas se hacen cargo del negocio dándoles un nuevo y
fresco enfoque, cambiaron el nombre (La Francesa por Díaz Velázquez),
e incluso
se especializaron solo en ajuar doméstico, dejando de producir ropa interior y
canastillas para recién nacidos. El negocio continuó hasta la década de los 70
donde la enfermedad y el cansancio se apoderaron de las hermanas Díaz Velázquez
hasta el fallecimiento de Rosario y María Pepa, que es cuando Isabel decide
donar todo el patrimonio acumulado por la familia Díaz Velázquez al Estado
español, con el propósito de que este amplio patrimonio fuera expuesto en uno
de los Museos Sevillanos. Siguiendo el sueño de Isabel, el legado de su familia
fue integrado en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla en el año
1981. Donde no solo se expusieron las 2000 piezas de bordados y encajes
atesorados por la familia y que constituye una de las más grandes y de mejor
calidad colecciones de Europa, sino que también donó tanto el mobiliario como
el ajuar doméstico (pinturas, vajillas, orfebrería, abanicos) de la familia
Díaz Velázquez.
FUENTE: CATALOGO DE ENCAJES Y BORDADOS. LEGADO DÍAZ VELÁZQUEZ. Colección del Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla ISBN: 978-84-8266-748-5. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía. 2008
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