jueves, 5 de diciembre de 2013

TOTA PULCRA


Inmaculada Concepción. F.Pacheco 1621. Palacio Arzobispal de Sevilla
 
La representación de la Inmaculada a lo largo de la historia del arte ha traído dolores de cabeza tanto a artistas como creyentes. Ya que se trata de un tema doble, por un lado La coronación de la Virgen, y por otro la representación de la Virgen junto a sus dieciocho mariologías consteladas, esto se debe al conjunto de dos visiones. La Visión de Sor Beatriz de Silva (Fundadora de los franciscanos concepcionistas de Sevilla),  en 1511 donde se le aparece la Virgen vestida de blanco y celeste. En cambio, en la visión de Isabel de Villena (Abadesa del Convento de la Trinidad de Valencia), le aparece la Virgen María constelada por sus dieciocho mariologías y vestida con los colores azul y Jacinto.
En 1554 Fray Martín Alberro, funda estas dos visiones representándose a María  Tota Pulcra y rodeada por las dieciocho mariologías.
Algunos pintores españoles se mostraron receptivos a esta singular iconografía de la Virgen, así Zurbarán representará a María vestida con los colores azul y Jacinto; Francisco Pacheco representará la Inmaculada junto a sus mariologías introducidas dentro de medallones, éstas las representa asimilando elementos sevillanos (Torre del Oro, Catedral…). En su libro “Arte de la Pintura” nos da las directrices para representarla: “Hase de pintar, pues, a esta señora en la flor de su edad, de doce a trece años, hermosísima niña, lindos y graves ojos, nariz y boca perfectísima y rosadas mexillas, los bellísimos cabellos tendidos, de color de oro; en fin, cuanto fuere posible al humano pincel. Y hase de pintar con túnica blanca y manto azul, que así  apareció esta Señora a doña Beatriz de Silva, portuguesa, que se recogió después en Santo Domingo el Real de Toledo a fundar la religión de la Concepción de la Purísima, que confirmó el Papa Julio II, año de 1511; vestida de sol, un sol ovalado de ocre y blanco, que cerque toda la imagen, unido dulcemente con el cielo; coronada de estrellas; doce estrellas compartidas en un circulo claro entre resplandores, sirviendo de punto la sagrada frente; las estrellas sobre unas manchas claras formadas al seco de purísimo blanco, que salga sobre todos los rayos. Pintola también con una corona imperial adorne su cabeza que no cubra las estrellas; debaxo de los pies, la luna que, es un globo solido, (tomo licencia para hacerlo claro, transparente sobre los países; por lo alto mas clara y visible y la media luna con las puntas hacia abaxo.

     En la luna, he seguido la docta opinión de el P. Luis del Alcázar, ilustre hijo de Sevilla <<Suelen los pintores poner la luna a los pies desta mujer, hacia arriba; pero, es evidente entre los doctos mathematicos, que si el sol y la luna se  carean, ambas puntas de la luna han de verse hacia abaxo, de suerte, que la mujer no estaba sobre el cóncavo, sino sobre el convexo>>. Suélese poner en lo alto del cuadro a Dios Padre, o el Espíritu Santo, o ambos, y con Ángeles enteros que tienen algunos atributos. El Dragón, enemigo común, a quien la Virgen quebró la cabeza triunfando del pecado original”.  Añade F.  Pacheco  al final del texto “Pero en todo lo dicho tienen licencia los pintores de mejorarse”



 
En cambio su yerno Velázquez representa a la Inmaculada según la visión Isabel de Villena ataviada con los con los colore Jacinto y azul.  Curiosamente Velázquez. Quien retrata a su futura mujer (hija de Francisco Pacheco) en la obra como regalo de bodas.
 
Inmaculada Concepción de Velázquez 1618 National Gallery de Londres


 
 
 
 
 Pero es sin duda Murillo quien representará el tema de la Inmaculada de todas las formas posibles y con todas sus características, con los colores apropiados (azul purísima y blanco), rodeada por angelotes o putis y con los símbolos de las mariologías.

En algunas de sus pinturas, vemos como Murillo se desliga de la tradicional representación individual de la Virgen, solo rodeada de querubines, e introduce un grupo que se hace partícipe de la visión del suceso . Este tipo de composiciones las vemos en El Greco, e incluso en Alonso Cano donde veremos el uso de este tema en sus obras.

También llamaron a la Purísima como la nueva Eva: <<Una mujer que vendrá y que pisará una serpiente>> Al demonio se le representaba de dos formas o bien como un dragón o con forma de serpiente. Siendo ésta sinónimo del pecado y el vicio.  Normalmente se suele representar entrelazada en los pies de María.

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