martes, 12 de noviembre de 2013

El otro Julio Romero de Torres


La consagración de la copla, 1912
 

Sin duda la obra de Julio Romero de Torres maestro pintura de” fin de siglo” y considerado como el maestro del simbolismo andaluz. Siendo sus obras reconocidas a primera  vista, debido a su identidad propia a la hora de plasmar su singular forma de ver el populismo y el folclore, lo que le hace indiferente a cualquier otro pintor contemporáneo de su época.

Por todos es conocidos obras magistrales como “La Buenaventura, La chiquita piconera,  Naranjas y limones, La nieta de a Trini , Amor místico y amor profano, El Poema de Córdoba, Marta y María, La saeta, Cante hondo, La consagración de la copla, Carmen, La bella Otero o El retablo del amor”. Donde vemos ese simbolismo plasmado con un gran detallismo de la calidad de las telas, las arrugas, el paisajismo tan característico de su indiscutible estilo propio, siendo obras de denuncia social, obras que atenta la moral de la época a partir de usar la figura femenina como elemento místico y ensoñador pero también de gran carga sensual. En su temática siempre va a primar La Mujer, ya sea pobre, rica, noble, gitana, palla a la que le da el primer plano en su pintura otorgándole una gran carga de sensualidad y elegancia a la vez.

Pero este es el Julio Romero de Torres conocidos por todos y alabado mundialmente y lo que pocos conocen de él es que realizo pintura de temática religiosa con motivo de su estancia en Porcuna (Jaén) en 1905, donde pintó un conjunto decorativo que se halla en las capillas de la Purísima y de San José de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Porcuna. Representan, en la primera de las capillas, a” la Santa Cena” y, en la segunda, “la Sagrada Familia” 
 
La importancia de las mismas radica en que "son posiblemente las únicas de motivos religiosos, de escenas cristiana realizadas por el maestro del simbolismo cordobés. Según Andrea Gómez, "entre los datos históricos más significativo es que la época en que se inscriben las obras realizadas en la iglesia de Porcuna se ha considerado como el periodo en el que el artista busca su peculiar forma de entender la creación. En este momento y hasta su muerte, en 1930, su fama va ya en continuo aumento, siendo unos de los pintores más queridos y valorados por Andalucía. Las citadas pinturas están situadas en las capillas laterales, realizadas en 1905, cuando empezaba a despuntar el genio del artista y su vinculación con la pintura vanguardista del momento ya se estaba consolidando. Las escenas escogidas para la decoración de los muros fueron, casi con toda probabilidad, propuestas por el maestro. En la capilla de San José representó La Última Cena, mientras que en los muros de la capilla de la Purísima plasmó La Sagrada Familia. El tema central, la Asunción de la Virgen, se desarrolló sobre los muros de la cúpula ocupando el espacio fundamental".

 
Estos murales pertenecen a la primera etapa pictórica del pintor  donde vemos una paleta de carácter luminista y con una estética aún con influencias del impresionismo, modernismo, los prerrafaelitas. A esta primera etapa de la producción del pintor también pertenece la obra “A la amiga” que hoy se puede ver en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, en la Exposición “Entre el mito y la tradición”, hasta el próximo 12 de enero.

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